domingo, 12 de octubre de 2014

365 días


Han pasado.
Y aún no me has abandonado.
En la negación y en la belleza.
En la nada y en el todo.
En el medio, en todos los grados de la circunferencia.
Nada entiendo.

Han pasado, y por ellos he pasado.
En el desprecio, en el desdén, en la ignorancia.
En el raciocinio, en la ausencia de él.
En el más profundo de los sufrimientos.

No quiero encontrarte, no quiero perderte.

Quiero moverme y no puedo.
Estoy anclada a tu recuerdo.

Quiero seguir mi vida y no puedo.
Me aferro a las formas y a los procedimientos.

Sé que no debería sentirlo ni decirlo.
Pero siento que te quiero
de una manera que no entiendo.

365 días y otro umbral perdido de otoño.
La espiral que amenaza con ser eterna.
No quiero.

No te hallo en ningún sitio, pero estás en todas partes.
Mi amor, yo te quiero, te quiero, te quiero.

365 días de presencia ausente, de ausencia omnipresente.
Tú me has dicho que soy mero recuerdo,
que no me quieres,
que soy pasado muerto.


Pues yo, sin saber por qué,
aún te espero.

Ten misericordia, y déjame si de verdad no me quieres.
Dímelo claro y a los ojos, pero dímelo.

A todas horas te sueño o te malsueño,
a todas horas te tomo y te dejo,
siento un amor sin causa, un dulce revuelo,
una pasión que muere y revive,
y muere y revive,
en un ciclo eterno.

Aún no puedo amar a otros,
aún cierro los ojos y pienso que eres tú.

No lo entiendo. Pues no quiero quererte, te lo digo en serio.

365 días de silencio.
Yo te quiero.

Si pudiera cumplir un sueño,
sería el de amarte bien
y por siempre.
Sería el de encontrar esa fina cabeza de aguja
que guarda la puerta del reino.

365 días.....¿cuántos más en el desconsuelo?

Estás por todas partes,
quiero irme de aquí,
lo intento,
pero no puedo.

Preparo el templo,
silencioso y luminoso,
dorado, único, hermoso.
Tus ojos en todas partes,
incluso en los míos.
Visiones y más visiones,
laberintos y caleidoscopios,
cada vez que triunfo sobre tu memoria,
viene un nuevo rostro tuyo
que me atrapa de nuevo.

Me aterra hallarte fuera,
pero siempre estás dentro.
Y dentro me quieres, y me llamas
todos aquellos nombres
de dulzura
y lloras en mis brazos,
y eres mi amor de todos los tiempos.

Todo se despliega y avanza,
el mundo se cae en pedazos,
ya no tengo deseos de nada,
ni siquiera de cantarle al viento,
sólo sueño con nuestros paisajes
y la fuente de vida de tu cuerpo.

Dios Mío, por favor,
ayúdame a entenderlo, a olvidarlo,
a volver a sonreír.
Si no eres para mí,
déjame alzar ya el vuelo.

365 días: y aún te quiero.
No puedo odiarte, y te he odiado.
No puedo quererte, y no pienso en otra cosa más que en ti.
En ti duermo, sobrevivo y sufro,
en ti despierto, en ti lloro,
en ti me ahogo en el lodo
en ti tiemblo
de ira y de miedo.

En ti quisiera derramar toda la dulzura
y ungirte con mi esencia
para que nunca más
nos confundieran los olores de los avernos,
en ti quisiera ser ungida
y no volver a separarme
de la hebra de mi constitución
binaria, que tú eres,
de mi mismo ADN.

Incluso tu infierno amo y perdono,
tal y como querías.
Incluso a pesar de todo,
sólo la rendición encuentro.

No volveré a pasar por la ignominia
y ése,
ése es mi único tablón
de salvamento.