viernes, 8 de mayo de 2015

Por el amor


Por el amor que te tuve,
y que te tengo,
descubrí
que
nuestro amor era perfecto.

Descubrí que cada ciclo traía, trae,
un esquema inmutable de amor siempre renovable.

Descubrí que cada invierno, nos hubiéramos conocido de nuevo,
y habríamos hecho un refugio de mantas y oscuridades,
y el amor habría sido lento y comedido,
sencillo y desnudo,
como los tallos secos de los árboles del invierno.

Descubrí que cada uno de esos días fríos y grises,
de lluvia y luces pulidas,
hubiera traído una primavera de frutos,
y flores y adolescencias,
y me habrías conocido joven y doncella,
otra vez yo, otra vez todas ellas.

Descubrí que en ese goce, habría llegado el verano,
una apoteosis de sexo y pasión y adultez consumada
y promesas de niños nuestros, y éxtasis, y calor.

Descubrí también que tras este plexo,
se escondía un romántico otoño, de decadencia suave
y luces rojizas, de un amor que se derrite tranquilo y se apaga
suavemente
con la enorme belleza de los portales,
de un umbral de un nuevo invierno
de cama y casa de los que se aman sin fin,
para conocernos de nuevo,
para volver a empezar siendo otros y los mismos,
y envejecer de nuevo acurrucados
y morir entre las brasas de otro nuevo, antiguo ciclo eterno.

Todo esto y más he sabido, por el amor que te tengo.