viernes, 18 de octubre de 2013

Tipología del Macho Man

A continuación, una relación de los tipos principales que podemos encontrar dentro del espécimen Macho Man (esperemos que en vías definitivas de extinción, y fuera del listado de especies protegidas por su valor histórico-ancestral):

1. Súper Macho Man: este modalidad se detecta a primera vista. El subespècimen Súper Macho Man parece sacado de un western clásico, una peli de mafiosos o sicópatas, o de una réplica neanderthal de algún libro de prehistoria (a menudo presenta una mezcla letal de todos los anteriores); mandíbula apretada, gesto adusto de tío súper duro, caminar semi-homínido, mirada lasciva y chulesca, escasas luces en la conversación (que se presenta llena de tópicos); y un piropeo básico y rudimentario de nulo refinamiento. Si la hembra pica, se lanza él en picado; amante de cero patatero, literalmente se pierde en las partes bajas de la mujer, y por lo general ni se entera de lo que a ella le pasa mientras dura el acto. Usa a la hembra a su gusto, la cela enfermizamente, o bien pasa de ella olímpicamente (aunque suelen ser cosas sinónimas en verdad), para finalmente desdeñarla cada vez más o maltratarla síquica o físicamente (a veces ambas cosas). Termina siendo desagradable, maleducado e insoportable; si hay suerte, nos lo quitaremos de encima con relativos pocos daños colaterales. Acaba abandonando groseramente a la mujer con la que ha compartido su "sacrosanta e inflacionada entrepierna".

2. Macho Man Promedio: parece un hombre normal, de mediana edad. No es llamativamente grosero ni llamativamente nada. Convencional, su machismo queda al principio convenientemente camuflado bajo las fórmulas sociales habituales y ambigüas. Conversación típica mediática. No es tampoco demasiado atento, pero se obsesiona adecuadamente con la mujer que le gusta dando una apariencia de tibio y temperado interés. Sexualmente grisáceo, casi parece que está ausente del acto. Con el tiempo, empieza a mostrarse antipático, desdeñoso, irritable e insoportable de una manera no histriónica pero constante, como el tormento de Tántalo. Aburre a una ostra. Incita al suicidio tonto. Semi-controlador, este tipo es anodino hasta para ejercer el control característico de un Macho Man. Con esta clase de Macho Man, no suele darse abandono, en todo caso alguna infidelidad ocultada, aunque la grosería acaba instalándose igualmente en su relación con la mujer con la que comparte su "excitante vida".

3. Macho Man Espiritual: éste es de los más peligrosos. Tiene el neocórtex a reventar de palabrería espiritual y ejerce el control a través de discursos metafísicos. Es tan mujeriego o inestable como cualquier Macho Man, o está tan confuso como cualquiera de ellos, pero este subtipo proyecta una apariencia de profundidad emocional que supone un auténtico descalabro para quien muerda el anzuelo. En la cama es intenso, buen amante, lo cual no hace más que agravar el embrollo mental de la hembra escogida. A menudo conquista a "su" hembra con elaboradas palabras chamánicas o angelicales, afirma ser el alma gemela o amor de todas las vidas o expresiones similares. Le da a la relación un toque "cósmico" y trascendente. Puede mostrarse fervoroso y devocional, pero sólo al principio y casi siempre únicamente en la cama. Se obsesiona con la mujer, la cela a grados de incoherencia demenciales; con el tiempo empieza a criticarla o desdeñarla, se muestra cada vez más insatisfecho, frío, distante u orgullosamente pasota, no se da cuenta en ningún momento que ninguna de sus metafísicas palabras coincide un pimiento ni con lo que dice ni con lo que hace. Para cuando la mujer se da cuenta de esto, el Macho Man Espiritual ya habrá abandonado groseramente, aunque muy trascendentemente, a la mujer con la que ha compartido "el alma".

4. Macho Man Romántico: el más dañino de todos los Macho Man; si se combina genéticamente con el Macho Man Espiritual, simplemente nos queda recomendar a la víctima que se encomiende a algún santo poderoso o a un buen sicólogo o abogado. Probablemente necesitará el auxilio de estas tres figuras de forma simultánea. No escatime, fémina destrozada, en recursos para recuperar su desvalijada salud mental. El Macho Man Romántico sabe cómo acaramelar a la mujer con hermosísimas palabras destinadas a hacerla sentir única, maravillosa y especial, y es un maestro en el uso de frases grandilocuentes extraídas de filmes románticos y de poesías de empalago vomitivo. Regala flores, invitaciones a cenar, a spas, hace regalitos, escribe cartas de amor o ejecuta actos heroicos de guerrillero del amor. Pero cuidado: una vez se lleva a la mujer al huerto, pronto empezará a mostrarse recesivo en sus detallitos, irán menguando las palabras agradables y enflaqueciendo los gestos heroicos. Paulatinamente, la dulzura verbal se irá trocando en leves quejas, críticas y desdenes in crescendo, hasta llegar a la ya archiconocida fase final de la relación con cualquier Macho Man: desprecios, celos compulsivos acompañados de un pasotismo y grosería proporcionales al nivel de celos y a su grado de demencia, para, finalmente, acabar abandonando groseramente (y por supuesto por culpa de algo indefinido que la mujer ha hecho o dejado de hacer y que ya no la hace merecedora de sus premios), cuando no atacando o tratando de lesionar, a la mujer con la que compartió su "corazón".

5. Macho Man Modernus: es éste un subtipo de reciente aparición que suele camuflarse en consignas alternativas tipo hippies, educativas, artísticas, culturales, punkies, seudoprofesionales o incluso terapéuticas. Tan cafre como todos los de su especie, es costoso de detectar bajo su extraña apariencia de culturilla y discurso de libertad. Este tipo va directo al grano, no se molesta en conquistar a la mujer, y, de tener que hacer algo para llegar a la cama, es probable que ni lo intente, pues la desidia y la pereza son sus rasgos más destacados. Bajo la banderita libertaria que enarbola sin mucha convicción el Macho Man Modernus, se esconde un auténtico muermo que es pura apariencia, laxo y deprimente, mediocre y gilipollas hasta un punto difícil de concebir. Las melenitas, rastas, guitarritas y colegueos cool que utiliza indistintamente el Macho Man Modernus, son meras tretas para inducir a pensar a la víctima en un divertido mundo creativo o ligero, sólo para desvelar, poco después del acto sexual, que estos espécimenes son tan obtusos e inseguros como los de cualquier otra categoría de Macho Man, y, lo peor de todo, es que estos Macho Man Modernus se encargan de asambleas de educación libre, cursos de masajes y actividades similares bajo las que se esconde su patético pasotismo hacia la mujer, sus ganas de destacar y mandar en algo como sea, y su consabido desdén, mala educación y burla hacia la mujer con la que han compartido "no-se-sabe-qué". Estos Macho Man ni siquiera se cabrean, montan números o pretenden nada; simplemente, te acaban abandonando groseramente, y punto. Y encima hay que ponerles buena cara porque están en el mismo proyecto mega-guay que tú o tocan en el mismo local o círculo de amigos, y, ya se sabe, aquí somos todos "mu modernos y respetuosos". Este Macho Man aprovecha la palabra "tolerancia" para cometer todas las tropelías insufribles típicas de un Macho Man y poder comportarse como un idiota sin consecuencias de ninguna clase para él, pues ya se encarga la tolerancia de hacerlo pasar inadvertido. Acaba abandonando groseramente a la mujer con la que, básicamente, no ha compartido nada.

Cuando sientas que es posible que un Macho Man haya aparecido en tu vida, recuerda que el placer es algo sencillo, y que si no existe naturalidad, franqueza, serenidad y una sensación de seguridad en el juego erótico, es que no vas por un buen camino. Intenta no dejarte atrapar por estratagemas grandilocuentes y ruidosas, ni por un excesivo silencio o recato, y recuerda que el mejor amor es aquel que deja un agradable y suave sabor en la boca. ¡Víctimas del Macho Man del mundo, oíd con atención!: alguna bronquita o crisis es normal, lo que hace el Macho Man, simplemente, no lo es, por mucho que trates de convencerte de lo contrario. Pero no te preocupes: si estás con un Macho Man, te garantizo que acabarás en el abandono, lo que no sé ya es si la patada te la dará en el corazón, en el Akasha, en la cuenta bancaria, en el facebook, o, literalmente, en el culo.

sábado, 5 de octubre de 2013

Economía relacional

Antes de nada, voy a hacerte una pregunta: si yo te pidiera que tiraras mil euros a un pozo, y que lo hicieras por mí, ¿lo harías? O si te pidiera que quemaras tus ahorros en una hoguera, sólo porque me apetece ¿lo harías? La respuesta es obvia, así que ahora tal vez te preguntes: ¿qué tiene que ver el dinero con mi relación contigo?
Verás, hace poco entendí las relaciones desde un punto de vista económico, o entendí la economía desde un punto de vista relacional. Una economía sana es aquella en la que hay un movimiento equilibrado entre lo que se da y se toma, o dicho de otra manera, entre lo que se produce y se consume, o, dicho de otra, entre la creación y la destrucción. Una relación sana goza de las mismas características: el equilibrio entre lo que las partes se otorgan mutuamente. Y al igual que si yo o un grupo gastamos más de lo que generamos, entramos en pérdida, ruina o bancarrota, igual pasa si en mis relaciones doy más de lo que recibo. Si tuvieras un negocio, supongo que no invertirías en productos de mala calidad o delegarías trabajo en personas que no cumplen sus pactos contigo. De igual modo, pierdo mi tiempo, y por tanto, mi mayor fuerza y riqueza, si accedo a seguir en relaciones que no operan con los mismos criterios de salud y transparencia que yo estoy dispuesta a dispensar. Es sencillo y claro.

He decidido no hacer negocios con quienes no cumplen plazos ni criterios de calidad relacional. He decidido ser una buena inversora, y conocer bien con quien me relaciono y en qué nivel de entrega y conciencia se encuentra la relación, sin tomármelo como algo personal, pues igual que no me gastaría el dinero en un coche que no funciona bien, no me voy a gastar la energía vital en una persona cuyo motor interno está averiado.

A tod@s nos ha pasado que hemos entrado a comer o tomar un café a algún sitio, y hemos recibido un mal servicio o incluso una grosería, o nos han cobrado en exceso, o, simplemente, nos han dado gato por liebre. Lógicamente, no volvemos a estos lugares. Y no les deseamos nada malo a los dueños del negocio, simplemente, no lo están haciendo bien. En la relaciones existen también unos ítems de calidad mínimos, y yo he decidido ser muy profesional y marcar mis propios estándares de calidad con el fin de vivir tranquila y eficientemente. Y al igual que compro un televisor, para enchufarlo y disfrutarlo y fin de la historia, me relaciono para lo mismo, para dar y recibir con claridad, eficiencia y compromiso saludable. Y no para perder mi dinero interior a saco roto. Y lo hago porque valoro muy bien la vida, el tiempo, la comodidad, la alegría y el sentir ligerito.

Mi economía se está saneando a todos los niveles, y no pienso dar más de lo que recibo, o dar de una manera desparejada.Se acabó la especulación relacional: yo invierto, y a ver qué pasa....No, sé lo que quiero y cómo lo quiero, conozco mis capacidades y voy a jugar al mismo nível, por amor a mí misma y lo que me rodea. Porque deseo buenos frutos, porque ya me he arruinado suficientes veces por ignorancia y falta de visión.
Y así la prosperidad podrá por fin encontrar su dulce hogar....ese en que sé que tengo libertad, espacio, fiabilidad, alegría y fluir. El resto de casas no son válidas para que yo viva en ellas, pues tienen muchas goteras y ruidos, enchufes calambrosos y demasiada oscuridad. Me gusta que las cosas funcionen rumorosamente, y no pasar la mitad de mi tiempo reparando circuitos cutres y desconchones perpetuos en las paredes. 

Mi economía está renaciendo con mucha salud, y espero que la tuya también. Y al igual que no invertirías en un negocio desfasado o ruinoso donde los pedidos no llegan a tiempo, las facturas no son claras o tus socios te hacen trampas, no creo que debas invertir en personas que no te hablan claro o te hablan mal o te dejan tirad@ o no te aprecian o tienen algún problema que no te corresponde a ti solucionar. It is just the way it is.

domingo, 19 de mayo de 2013

Seguro a todo riesgo

La mente...esa maravillosa herramienta de juego. La mente...que se desequilibra y enfebrece cuando dejamos de jugar con espontaneidad, cuando el cuerpo en su totalidad asume el comando de que no puede hacer en todo momento lo que siente y quiere hacer. Entonces, la parálisis del cuerpo o de parte de él es compensada con una hiperactividad mental que nos deja hechos polvo y, básicamente, aburridos.
El lugar más seguro del mundo es cada instante vivido con naturalidad y espontaneidad, donde el principio vital del placer nos guía con mano firme en la aventura de la vida. El gran reto adulto es recuperar el espíritu de juego que nos es inherente, y recordar que ahí se halla nuestro hogar más seguro. Atrevámonos a jugar siempre porque ahí habita la vida de verdad, la buena vida, la que merece el regalo de existir, lo que somos.
Atrevámonos a jugar y jugar con la sencillez con que lo hacíamos de niños, pues fuera de esa condición natural sólo existe un desequilibrio sufriente.
La mente no es mala, es parte de lo que somos, y es una magnífica pieza en el entramado corporal cuando estamos en la honestidad de ser, decir y hacer en cada momento lo que sentimos. En esos momentos, la mente está perfectamente engrasada con el resto de nuestra totalidad, y se divierte y disfruta con todo el conjunto del que forma parte. Pero si mutilamos tan sólo uno de nuestros impulsos naturales, entonces la mente empieza a asumir funciones de compensación no naturales que nos generan malestar.
Te propongo asumir el seguro más blindado del mundo, un seguro a todo riesgo: síguete siempre a ti mismo, digan lo que digan los demás, digan lo que digan las normas, reglas y obligaciones del mundo. Atrévete y descubrirás la puerta estrecha por donde se recupera de nuevo el reino de los cielos. Atraviésala y te encontrarás conmigo, con todos, jugando inocentes y tranquilos, y verás que no nos falta de ná.
Atrévete, por favor, y así, entre todos, será aún más fácil vivir alegres y ligeros.

martes, 14 de mayo de 2013

La cigarra y la hormiga

Había una vez una cigarra saltarina, que gustaba de brincar de instante en instante, pues está era su naturaleza. Se deleitaba en contemplar las hojas húmedas en la aurora, los rayos cambiantes del sol y los sonidos infinitos de la naturaleza. De su eterno juego y despreocupación nacían miles de historias, canciones y poesías, que la cigarra compartía con quien apareciera en su camino. Por las noches, se acurrucaba bajo el tallo de alguna planta y se cubría con alguna hoja fresca. Se quedaba dormida escuchando la suave nana de las estrellas y el rumor de la tierra oscurecida.
Había una vez un regimiento de hormigas, que gustaban de madrugar y salir en hileras perfectas a recoger alimentos y materiales para construir y mantener su estupendo hormiguero, pues ésta era su naturaleza. Abrían bocas de túneles y perforaban con sus patitas la tierra, iban y venían arrastrando migas de pan, pedazos de frutos secos, trozos de piruletas y hasta gominolas. De su organizado trabajo nacían extensos hormigueros subterráneos con varias recámaras y hermosas despensas repletas de todo tipo de alimentos. Trabajaban todo el día y por las noches se recogían en el hormiguero para descansar en la telúrica quietud del interior de la tierra.

Cuando se aproximaba el invierno, la cigarra empezaba a pasar un poco de frío y el alimento escaseaba. De ahí que su inspiración menguaba y se ponía melancólica recordando la paz que da el hogar.

Cuando se aproximaba el invierno, las hormigas dejaban de salir a sus trabajos cotidianos y su amado trabajo patrullero escaseaba, de ahí que su actividad menguaba y echaban de menos divertirse de alguna manera que les hiciera el invierno más llevadero.

Por eso, un día de finales de otoño, la cigarra tocó a la puerta de un hormiguero.
-¿Qué quieres?-dijeron las hormigas con sus finas voces aflautadas.
- Techo, alimento y compañía-respondió la cigarra un poco ronca.
-¿Qué traes?-le volvieron a preguntar las hormigas.
- Cuentos, canciones, poemas e historias sin fin-dijo la cigarra.
De la boca del hormiguero salió un clamor de alegría y excitación.
-Pasa, pasa-le gritaron todas las hormigas a la vez-nosotras te cobijaremos y tú nos divertirás con tus historias.
Y así ha sido desde entonces: las hormigas esperan con alegría a la cigarra a principios de cada invierno y ríen y cantan en los meses de reclusión estacional; y la cigarra salta con alegría el resto de año sabiendo que sus aventuras alimentarán las horas de ocio de las hormigas y que tendrá techo, comida y amistad en los meses de frío.
Y así, todas siguen su naturaleza y se complacen las unas a las otras, pues la cigarra no sabe organizar una despensa ni construir casitas subterráneas, y las hormigas no saben componer canciones ni inventar historias.
Y colorín colorado, el cuento del compartir confiado ya se ha terminado....

viernes, 1 de febrero de 2013

Amar también es amar en la sombra


Hoy, a día de hoy, afirmo, sin temor a equivocarme, que aún camino por la vida con sombras. No estoy en un estado continuado de lúcida calma y bienestar, ni creo, humildemente, que los demás lo estén tampoco, pues, de ser así, la misma fuerza que ese campo luminoso compartido generaría, haría, me imagino yo, que no estuviera ahora mismo escribiendo estas palabras, y haría también que todas mis sombras se esfumaran en cuestión de minutos o pocos días.
Pero hete aquí que aún me habitan las sombras en forma de derrotismo, cansancio, aburrimiento, rabia, tristeza, apatía y desesperación, por mencionar tan sólo algunos de los trajes con que la sombra se viste cuando llama a mi puerta para hacerme una visita. Y una vez asumido el pulular de las sombras en mí, también me doy cuenta de que, al amor perfecto que me compone, le toca la nada fácil tarea de amar en, a y con las sombras. Y ahora que me hago plenamente consciente de que todas mis relaciones vienen con una dosis sombría, se me presentan básicamente tres opciones:

a) pretender que sola me basto y sobro, aislándome así del mundo y sus disparates dolorosos, convertirme en una eremita, una solitaria, una loba esteparia a lo Hesse, una que traza una afilada línea que divide el mundo entre "lo que pasa ahí fuera" y lo que yo soy y me incumbe.

b) seguir buscando gente, idearios, estrategias, grupos o causas que no me causen dolor nunca más, o

c) la que escojo hoy por ser la que me parece más realista y sabia, más compasiva y cálida, a saber: reconocer que en mi mundo relacional con el otr@, mundo regido por la ley del dar y recibir desinteresado y afectuoso, me toparé, tarde o temprano, con las sombras del espíritu de esa relación. A día de hoy, aún no he tenido ninguna relación personal íntima y enjundiosa en la que no haya aparecido, como una estrella cegadora y abrasadora, la sombra de la relación. Una sombra a veces de tal tamaño y envergadura, que me han dado unas ganas quasi-incontenibles de salir corriendo y jamás volver a echar la vista atrás, ni adelante tampoco, por miedo a toparme con cualquier otra persona a la que me apetezca amar, y tener que volver a vérmelas con el monstruo tocaovarios de siempre. Y mira por donde hoy, que una sombra nos salió al paso rugiendo en una conversación telefónica con una mujer a la que aprecio mucho, y, después de recuperar el ritmo cardíaco y colgar el móvil, he visto ante mí dos caminos a tomar:
1) el habitual: separarme de alguna manera del otr@ con discursos que atenúen el dolor tipo "es su karma", "está equivocad@", "hay una diferencia vibracional", "algun@ de l@s dos es culpable", etc, etc... o
2) (y ésta es la que escojo conscientemente ahora) quedarme junto al otro en la sombra como única vía posible de hallar algún día la paz duradera.

Estoy dispuesta a amar en la sombra, a la sombra y con la sombra, es decir, a transitar, cogiditos de la mano, el monstruo aterrador que amenaza con separarnos justo cuando parecía que todo iba de maravilla y que, por fin, habíamos encontrado el uno en el otro a un buen compañero, amigo, grupo, vecino o mascota. Y en mi recorrido por la sombra contigo, estoy dispuesta a no soltarnos, a recordar lo que verdaderamente nos une, en definitiva, a amarnos también cuando nos equivocamos o cuando sacamos del maletín secreto de terciopelo negro nuestros mejores puñales, para clavárselos, a ser posible por sorpresa, a quien supuestamente queremos.
No nos abandonemos en los momentos de debilidad, no nos abandonemos por no ser siempre perfectos, por cagarla alguna vez como le pasa a todo hijo de vecino.
Agarrémonos con fuerza y disipemos con confianza la sombra, riámonos de ella, tirémosle insecticida, o caguémonos de miedo juntos, hagamos una performance, o echémonos la bronca en do mayor, con micrófono y peineta incluidos... pasemos juntos el oscuro túnel del tren de la bruja que ha opacado, parece, la gracia de nuestra relación. Si nos quedamos juntos a oscuras, juguemos a las tinieblas, al escondite o a meternos mano, pero no empecemos a darnos de puñetazos a ciegas, creyendo que el otro es el enemigo a batir. Pues siento que si no encontramos la manera de sostenernos con ligereza en el momento en que Belcebú hace su aparación con su horda de miedos paralizantes, estamos irremisiblemente condenados a una soledad sin fin. Ya te digo, no soy perfecta ni estoy siempre lúcida. Creo que a ti te pasa lo mismo. Pero tengo ganas de restarle importancia a los malos momentos y de no causar más daño añadido. Si no nos amamos también en las sombras....¿cuándo nos amaremos entonces? ¿Habrá que esperar hasta la segunda venida de Jesús o hasta que todos ascendamos a la quinta dimensión? No me apetece esperar a que eso suceda, si es que ha de suceder como el común de las gentes lo imagina...

Te propongo quedarnos juntos cuando la pesadilla irrumpa gritando entre nosotros, hagámoslo juntos, sin menoscabo y con independencia de nuestra propia responsabilidad y trabajo personal: surquemos juntos las aguas amenazantes de la sombra del espíritu de nuestra relación para poder seguir viviendo en el amor que nos tenemos y llegar, finalmente, abrazados y victoriosos, a esa orilla tranquila que existe más allá de nuestras heridas abismales.

viernes, 25 de enero de 2013

Se paró el péndulo



Yo amo a un hombre. Lo amo como aman ciertas especies de pájaros: sencillamente y hasta el final.
Hoy me quito una máscara más, la última, esa de mujer inalcanzable que no sueña ni necesita a su compañero. Me desnudo en público y en privado: yo soy mujer que necesita al compañero de su alma. Te necesito, hombre. Te necesito como a la luz, a la montaña y al agua fresca.

¡Cuánto miedo hubo en el pasado! Yo te quiero como a las piedras, como a las plantas, como a la mermelada casera de melocotón, así de sencillo, así de natural, así de necesario. Te quiero como un rumor suave y constante de cosas simples y maravillosas, de cosas que realmente tienen valor: un abrazo en la cocina, un beso en la cama, un arroz cocinado en una sartén vieja, una canción, un baile, una risa inesperada, una infusión de tomillo caliente cuando hay resfrío, una separación de días que no duele, un sueño de placer, alegría y paz.

Si no le temes a la música, a los chistes, a las caricias, a los gatos, si no le temes a la poesía, al cariño inocente, al sexo salvaje y a la libertad, entonces, no tienes por qué temerme a mí. Yo soy eso, y todo lo infinito-demás que suena a tranquilidad y a placer natural.

Yo te quiero, compañero, te quiero de verdad. Quiero disfrutar de la vida contigo. Mi útero palpita de gusto cada vez que te veo, te siento o te pienso. Sólo aspiro a expresar mi amor por ti. Y a que tu me lo expreses.

Y si quieres, si ha de ser así, contigo me quedo hasta que arrastremos los pies por las alfombras de casa, hasta que se te caigan todas las muelas, hasta que las arrugas tracen divertidos dibujos en nuestras caras, hasta que las rodillas se oxiden y los pelos encanezcan o desaparezcan para siempre.

Yo te quiero con todo el sentío, si me aceptas, vengo en pack completo.

Yo te quiero con toda mi alma, si me aceptas, la confianza será la reina de la casa.

Y si no, también....y si no, también.

Y si algún día ya no te quiero más? Eso es imposible. Yo soy amor, y no puedo dejar de amar. Sería como decirle a un pez: "Y si algún día te pones a pastar hierba en el prado?". No sé qué contestar a eso, es rara la pregunta... diría mi yo-pez. Se me hace difícil imaginarlo, pero, si eso pasara, pues ya veremos qué hacemos, no? Tal vez te apetezca pastar conmigo o trazar un plan de salvación para peces mutantes que quisieron ser vacas rumiantes... o hacerme unas fotos y mandarlas al National Geographic, ya veo los titulares: "Pez tropical salta del agua y se convierte en pez-vaca".

Y si algún día ya no me quieres? Ay, ahí me cuesta más hallar respuesta....me da igual, asumo el riesgo, seguro que todo va bien. Se me ha roto el corazón varias veces, y mira, tan fresca, aquí, sintiendo un amor nuevo y tranquilo, un amor resplandeciente y lleno de posibilidades de disfrute.

Te quiero, de una manera tan simple, que cuesta de entender. Te quiero ahora, en este momento, y con eso hay más que suficiente. Te quiero en libertad total, tal y como eres, sin quitar, poner ni esperar nada... nada más que quererte.