domingo, 29 de marzo de 2015

Amoríos y enjundias



Mi último amor me cebó como a un gorrino:
me hartó de dulces palabras de amor,
me llenó de promesas eternas,
me infló de locas y preciosas ideas,
me llenó la boca de mieles,
me embutió más y más pasión,
hasta que, una vez estuve lista para el banquete,
me mató a degüello y por la espalda,
hizo conmigo toda clase de mortadelas y fiambres,
y creo que aún se alimenta de la despensa de ultramarinos
que le dejó mi carne.

El anterior se dedicó a esenciarme,
y me daba erráticamente lo mínimo indispensable,
hasta que me puse espiritosa, casi un hilo de vida,
reconcentrada de mí misma, de lo poco que comía.
Me tenía tras unos barrotes, y fríamente me arrojaba
sobras aquí y allá, y sólo si su entrepierna
requería de mis apetitos.

El primero de todos halló en mí supermercado barato,
ALDI de ensueño, ofertas mil y estanterías repletas de gangas,
de 1000 por uno, y de infinito por media moneda,
y no se creía la suerte que tenía, y se servía cuando le placía,
y ni siquiera me ayudó a reparar la puerta
cuando se produjo la avería.


Y así todos mis amantes me devoraban o esquilmaban,
como dicen que hacemos con la Madre Tierra,
y sólo daban calculadamente y con límites,
y hasta donde les alcanzaba el interés,
y algunos incluso pretendieron
sacrificar mi propio cuerpo
para su propio chuletero:
el más rácano de todo, hasta así quiso,
ahorrarse el merendero.

Nadie vino hasta ahora que, simplemente,
contemplara en mi la abundante maravilla.
y se congraciara y sintiera
dichoso y bendecido
por tanto amor derramado
por tanto bocado bendito
y así me cuidara y protegiera,
fuente de alimento y de gloria,
y agradeciera cada día, cada delicia ofertada,
cada nueva dulzura, cada nueva ambrosía.

Yo busco a este hombre que me contemple,
y sepa que el uno del otro somos bendito alimento,
y que se congracie con el milagro
de la abundancia que somos, cada día.

sábado, 14 de marzo de 2015

El Príncipe Negro



Yo esperaba un príncipe azul,
pero vino vestido de negro.

Yo esperaba dulzuras y pacificaciones,
y llegaste tú con cueros y látigos,
con sogas, con cuchillos, con ardores,
con llamas, con escupitajos, con mordazas en la boca.

Yo esperaba ser adorada entre luces,
y fui devorada por súcubos entre sombras.
Yo esperaba un rey triunfante,
y apareciste tú, Belcebú.

Y lo peor de todo es que acabé siendo Cenicienta Punkie
Blancanieves lasciva
Aurora lesbianizada
Ariel lametona
Rapunzel folladora

Ya no sé si decir que lamento haberte conocido
o lamento no haberte podido conocer más y hasta el final
y haberme estrellado contra la antimateria como lo hice
mil y una veces hasta la máxima desesperación
y sufrir tus vilezas hasta el infinito
y alucinar porque me tienes alucinada
y morirme de gusto por las esquinas
y hervir en toda clase de lujurias
donde siempre es tu rostro malvado el que me reclama
y se ríe de mí y se mofa
y me ata en sus orgías
y con sus vampiros me comparte
y me toma y me deja como a una manzana o un paquete de macarrones.


Yo me he decidido hoy, contra mi voluntad, a abandonarte.
Ya no subo contigo a las estrellas como antes......
sólo amaso amargura y lágrimas y un dolor que es perpetuo.

Me avergüenza decir que amo a un asesino
que me he enamorado de un psicópata.

Que hay un hombre que me ha vuelto, literalmente
una condenada loca.

Y me ha dejado encendida y furiosa
llena de mares y aguas profundas
repleta de fuego y sedienta
y voy a matarte mi amor, yo, voy a matarte.

Hoy voy a matarte mi amor, hoy,
voy a matarte.



miércoles, 4 de marzo de 2015

El Joker



Mi Amado me forma y transforma,
Siempre me piensa, y me ciñe y me bruñe,
y ahora me tira y me pisa,
luego me frota,
después me abandona
y en el abandono sólo piensa en que me ha abandonado.

Mi Amado tiene una mente enfebrecida
que me esculpe y me pinta
y me tira como un boceto inacabado
para retomarme de nuevo
y se obsesiona
y en sueños me habla
y me tuerce el gesto y la boca.

Mi Amado no deja de pensarme ni un minuto
y me toma y me deja
en su mente, una vez tras otra.

Cuando hablo de los Jokers,
me hace su bufona.
Cuando hablo de los niños,
me hace su matrona.
Cuando sueño con un barco y un crucero
se me torna marinero.
Cuando pienso en la masacre
me retuerce el pescuezo.

Mi Amado y Yo somos como una cosa sola
él mi ánimus, y yo su ánima
yo la chispa que arranca la alfombra mágica
él, el conductor de esa alfombra.

Mi Amado y yo nos desterramos,
y somos la tierra seca que pisamos
en la tortura del desierto.

Hasta cuando queremos
el uno al otro olvidarnos
sólo estamos recordándonos
pero desde el otro lado.

Mi Amado y yo siempre estamos
dentro de un traje
que pareciera no tener fin
en sus caprichos y formas.

Yo no quiero amar a otro
ni creo que pudiera.

Yo no querría siquiera amar a ese otro,
aunque existiera.

Yo no querría amar a uno mejor que él
ni más guapo
ni más joven
ni más listo
ni más alto.

Aunque me cueste aceptarlo
yo a este insidioso y estúpido hombre
yo, le amo.

Le amo, le amo, le amo.

La oración de antes de comer



Padre, tal día como hoy,
yo creo, Padre,
que él vino a verme.

Yo lo creo, Padre,
porque he sentido que tocaba a la puerta,
y que comíamos juntos
y que nos amábamos
en la clara luz
en que nos amábamos.

Padre, algo en mí le espera,
en tal día como hoy,
que es hoy, pero parece que fue antes,
y no sé si volverá a ser algún día.

Padre, hoy he entendido los secretos del tiempo
y su sabiduría.
Los patrones lineales y su función.
Hoy sé que nos diste el molde perfecto
para fijar en él un amor de dicha
pero que se rompió por el camino,
Padre mío, se rompió por el camino.

Padre mío, en tal día como hoy,
yo habitaba el Paraíso.
Y miraba unos ojos que eran mi patria,
y besaba una carne que era mi tierra,
y aspiraba un aliento que era mi sustento,
y surcaba unas aguas que eran mi mar amada.

Nunca hubo en mi tanta belleza, Padre Mío
de inextricables caminos, de pruebas incomprensibles.

Padre Mío, sobre esta mesa de luz difusa,
con un solo plato, y una sola flor,
te entrego este sentimiento que me habita y devora,
mientras la primavera vuelve a florecer repleta de recuerdos suyos,
que son todos bondadosos
a la luz de la bondad,
y estoy contenta por haberle tenido un día,
y haberle perdido por la razón que le perdí,
que fue, como siempre, una razón de amor verdadero.

Bendice, Señor, estos alimentos,
que ahora voy a tomar,
sola como de costumbre,
enamorada como siempre,
y danos el milagro
del bendito hogar de luz
que nunca se desmorona.

Te amo.