miércoles, 4 de marzo de 2015

La oración de antes de comer



Padre, tal día como hoy,
yo creo, Padre,
que él vino a verme.

Yo lo creo, Padre,
porque he sentido que tocaba a la puerta,
y que comíamos juntos
y que nos amábamos
en la clara luz
en que nos amábamos.

Padre, algo en mí le espera,
en tal día como hoy,
que es hoy, pero parece que fue antes,
y no sé si volverá a ser algún día.

Padre, hoy he entendido los secretos del tiempo
y su sabiduría.
Los patrones lineales y su función.
Hoy sé que nos diste el molde perfecto
para fijar en él un amor de dicha
pero que se rompió por el camino,
Padre mío, se rompió por el camino.

Padre mío, en tal día como hoy,
yo habitaba el Paraíso.
Y miraba unos ojos que eran mi patria,
y besaba una carne que era mi tierra,
y aspiraba un aliento que era mi sustento,
y surcaba unas aguas que eran mi mar amada.

Nunca hubo en mi tanta belleza, Padre Mío
de inextricables caminos, de pruebas incomprensibles.

Padre Mío, sobre esta mesa de luz difusa,
con un solo plato, y una sola flor,
te entrego este sentimiento que me habita y devora,
mientras la primavera vuelve a florecer repleta de recuerdos suyos,
que son todos bondadosos
a la luz de la bondad,
y estoy contenta por haberle tenido un día,
y haberle perdido por la razón que le perdí,
que fue, como siempre, una razón de amor verdadero.

Bendice, Señor, estos alimentos,
que ahora voy a tomar,
sola como de costumbre,
enamorada como siempre,
y danos el milagro
del bendito hogar de luz
que nunca se desmorona.

Te amo.

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