sábado, 27 de septiembre de 2014

Amor incondicional y créditos ilimitados


Hay quienes predican el amor incondicional como ideal de virtud, como moneda de cambio debida siempre y en todo caso, sin condiciones. Ámame porque sí, te dicen. Porque eso es lo que hay que hacer, porque eso es espiritual, porque eso es el ideal.

Pedir amor sin causa es como ir al banco y pedir que te concedan un crédito ilimitado sin garantías. Porque tú lo vales, y sanseacabó. Sin dar explicaciones, sin aval, sin decir para qué lo quieres y sin demostrar que lo mereces y serás capaz de manejar tanto dinero bien, y sobre todo, de devolverlo adecuadamente a quien te lo dio. Aunque somos perfectamente capaces de entender la absurdidad de este ejemplo, no obstante, cuando se trata de las relaciones personales, predicamos la misma insensatez sin reflexionar si es legítimo, o siquiera inteligente, exigir amar o ser amado sin realizar merecimientos o presentar garantías de que merecemos dicho trato.

Amar sin condición es apelar a lo más estúpido que hay en nosotros, y pretender anular la inteligencia y el raciocinio, porque la verdad es que no podemos (ni debemos) amar a quien no ha ofrecido motivos para ello. Y lo contrario es forzar nuestros sentimientos a un grado de sumisión insulsa y boba que sólo puede beneficiar, como el ejemplo del banco, a quien pretende que se lo den todo sin que haya origen o motivo para ello.

Se ama con causa, y si no se ama así, no se ama en realidad. Sin pretender dudar de la confianza nata del ser humano y su natural predisposición al buen rollo, lo cierto es que no podemos jamás amar a quien es un cabrón o abusa de nosotros, o nos ignora o no cuida. Es lo natural, y lo inteligente.

Yo no amo a ciertas personas, y no por ello me considero peor persona que quien afirma lo contrario. No las amo porque fueron mezquinas y dañinas, porque las vi estafar a otros, porque las vi reírse de los indefensos, porque los vi afirmar que "a la mujer se le pega hoy, y se la folla mañana". Yo no amo a esas personas y nunca las amaré.

Yo no regalo mi vida y mi tiempo a los ladrones y a los necios, a los desconsiderados y a los advenedizos. Y si pretenden otra cosa, se engañan. Mi amor es causal, mis créditos se dan con garantía.

Y nadie realmente honesto me pedirá jamás que le quiera porque sí, porque dicha petición ya será sintomática de una irracionalidad y una desfachatez que, estoy segura, sólo me llevará a la bancarrota emocional.

Tengo derecho a aplicar mi juicio, mi sano juicio, para discernir adecuadamente quién me quiere de verdad y quién no, y nadie puede jamás forzarme a sentir algo que no se merece a la vista de sus actuaciones egoístas y mediocres.

Yo no amo incondicionalmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario