domingo, 4 de enero de 2015

Inexplicablemente cierto



Es feroz a menudo, el cómo te echo de menos....
tanto tiempo después, tantas imágenes después....
no puedo remediar pensarte, a cada instante....

te veo en las flores, en las luces que cambian...
eres como el Paraíso para mí: lo más amado, lo más llorado,
lo más inalcanzable, lo más imposible, lo más soñado,
lo único natural, lo único.

Eres aquello que sólo parece lograrse con la muerte y con el descanso eterno de este mundo.

Y me queda una larga y horrible vida por vivir sin ti.

Así lo siento, y no puedo evitarlo. Eres sinónimo de gloria perdida.

Si me quedara un sólo deseo en este mundo, una última cerilla,
una última oportunidad de frotar la lámpara mágica de oro,
una última voluntad antes de expirar el último aliento,
una última palabra, una última carta a escribir,
una última bengala salvadora, una última oración a rezar,

sólo pediría volver a bienamarte, y que tú me volvieras a bienamar.

No deseo morir sin que eso pase.
No deseo existir si no te puedo amar.

Eres para mí como el pan bendito,
como de la tierra, la sal.


Vuelve a mí, querido mío......volvamos la historia a empezar....
con dulzura, con paciencia,
con perdones, con heridas,
sin ellas, a tientas, despiertos, en la luz de la mañana,
que se presenta vacía sin ti, sin tu cuerpo,
sin tu mirada, sin tu aliento.

Como mi amado eterno, yo te siento.

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