jueves, 28 de agosto de 2014

Bienvenue, depredador

Esta noche estaba en casa, en mis fiebres y delirios nocturnos. Era noche cerrada de luna nueva, y yo era otra vez un fantasma, vagando en penumbras por escenarios pasados que se hacen presentes, entre volutas blancas de suave selene. Estaba sola, por no alterar el guión. Era ectoplasta solitaria.
Y entonces, ha vuelto a pasar. Lo que me viene pasando de antiguo, y sin previo aviso ni telegrama anunciador. He visto que la puerta de casa se abría lentamente, muy lentamente, y he sabido que era el depredador. He empezado a trazar tácticas de defensa, a gran velocidad, será fulanito, será menganito, será tal, será pascual. Me hallaba paralizada, aterrada, he querido gritar pidiendo auxilio, pero no me salía la voz. Pues cuando él aparece, yo lo pierdo todo, pero lo primero que pierdo es mi voz. La puerta seguía abriéndose impertérrita, a ritmo de cadencia, como un lento vals del horror. La angustia me ha congelado, se ha detenido el corazón.
El depredador tiene llave, tiene llave de mi casa, eso, no lo comprendo yo. Y entonces me he preparado, me he preparado para su depredación.
Y entonces ha sucedido algo nuevo, algo que jamás hubiera previsto. Cuando la puerta se ha abierto del todo, he visto a una mujer muy pequeña, vestida de negro, una mujer morena que parecía ser yo. Venía loca por verme, venía loca de amor. Estaba grillada, definitivamente, pues le cegaba su amor. Me ha mirado y me ha dicho: "Vengo a cuidarte, mujer hermosa donde las haya, vengo a cuidarte y a adorarte, lo quieras tú o no. Soy tu voluntaria esclava, el ángel de la guarda de tu sueño interior".
Yo la he mirado embobada, sin entender su perturbación. Yo estaba serena y muy guapa, yo estaba entendiendo algo, qué sé yo....
"Pero no necesito tu servicio, no al menos así, así no"- le he dicho a esa mujer enana y extraña, esa mujer interior.
Entonces has aparecido tú, lucero mío de mi alma, y te has llevado a este otro yo.
-"Déjala, que así no lo quiere"- y te la has llevado en volandas, a esa pobre entregada y enamorada, que en su servicio se ataranta, y en sus maneras no hay honor.

Y me he vuelto a quedar sola, y he entendido algo, algo de inconmensurable valor. Y he vuelto a sentir mi garganta, y te he cantado, bajo la luna gestante, otra preciosa canción. Se la he cantado a esa montaña, esa montaña que añoro, esa montaña que guarda mi amor. Y he sabido que me quieres, y que también te quiero yo. Y he sabido que entre sus garras, guarda un tesoro mi fiera, mi loca bestia interior. Que se muere por dar servicio, por guardarme, por amarme con fuego y pasión, que es dulce y completamente entregada, que ese demonio sufriente que aguarda eres tú, y soy yo.

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