jueves, 7 de agosto de 2014

¿Qué es la política?


-¿Qué es la política?
-¿Y tú me lo preguntas?- te respondo yo mientras clavo mi pupila en tu pupila-. La política eres tú.
La política es tu forma de gestionar tu propio microespacio socioeconómico diario, es tu forma de tratar a tus congéneres, es tu actitud cívica allá donde estés, es lo que piensas de la cajera de Mercadona cuando te cobra, lo que haces cuando el tráfico se complica o yerra, la forma en que te dirijes al funcionariado o hablas de las instituciones integrantes del macroespacio político que se crea como consecuencia de la sumatoria de los microespacios políticos de todos los que conforman tu país o sociedad nacional, incluido tu mismo. Y no, no estoy usando el lenguaje inclusivo a conciencia, por razones muy sencillas de economía lingüística, porque así lo elijo en el derecho que me asiste a expresarme libremente como yo guste. Si sacas conclusiones más allá de las que yo misma te presento, entonces ya estarás hablando de ti, y no de mi.

Es un recurso escapista muy popular el de no ocuparse ni ser capaz de encarnar la verdadera democracia en el microespacio que le pertoca a cada uno, pero no obstante, parecer que la cosa se tiene muy clara respecto al panorama general. Y lo siento, señores y señoras, pero la cosa es justo al revés: quien puede lo más, puede lo menos, pero no así a la inversa. Es decir: si usted no puede lo menos, olvídese directamente de lo más. O dicho de otra manera: si aún no sabe dividir con decimales, no pretenda resolver logaritmos.
Trasladado al ámbito político, si usted no resuelve democrática y diplomáticamente sus cuitas diarias y personales más directas y de su entera responsabilidad, no entiendo qué hace sosteniendo proclamas ideológicas que afectan a varios miles o millones de personas. Salvo que esté realizando un característico ejercicio de autoengaño. Es más fácil, parece, perorar en ágora, que ocuparse coherentemente de los propios asuntos políticos de uno. Es hasta gracioso, si una está de buen humor ese día, ver cómo aquél que no siente pasión por su profesión de maestro, habla de reformas educativas. Es llamativo ver cómo aquella que ni siquiera tuvo las herramientas para gestionar un conflicto relacional intrancesdente y de escasa monta económica con una amiga, declama contra la casta política española y la acusa de ladrona y de incompetente. Es ciertamente apabullante escuchar cómo aquellos que siguen siendo inmaduros y dañinos con sus relaciones íntimas, leen bonitos discursos sobre la paz social y la solidaridad confraternal. Es llamativo cuanto menos comprobar cómo aquél que no ha sabido ni querido atender a su propia excompañera en un momento de necesidad o de llamada al diálogo por parte de ésta, se integra dentro de un grupo político llamado PoTemos y le canta a la necesidad de ser todos una comunidad y de socorrerse los unos a los otros. Es, simplemente, todo ello, un nuevo circo que no es más que el circo de siempre remozado con colores de supuesta innovadora primavera política. Es paradójico, o no tanto, ver cómo el pequeño funcionario de poca monta se lleva folios y material a casa mientras se enciende por las primas y cachos dinerarios que se embolsan sus propios reflejos o alter egos políticos de la macroesfera nacional e internacional. Es triste escuchar las críticas convecinales carentes de empatía y de solidaridad al prójimo de boca de los que, sin haber solventado sus propias e ínfimas cuitas locales, se atreven a dar soluciones al respecto al conjunto de la nación.
Nada cambiará nunca así, si es que en realidad queremos que algo cambie, que a veces mucho lo dudo. Parece que preferimos jugar a los políticos que no somos en verdad, y así de paso eludir la resolución más básica de temas realmente importantes que nos generan, y generan a otros, malestar, mientras sostenemos pancartas ingeniosas y mostramos lo bien que sabemos arengar en foro público.
No existen diferencias sustantivas entre lo público y lo privado, dado que lo uno informa a lo otro, y mutuamente se reflejan. Lo privado es el foro donde se gesta lo público: la diplomacia y el buen saber hacer social se demuestran en el día a día, la equidad se practica a diario, la capacidad de consenso y diálogo se tiene o no se tiene hoy, el respeto nos impregna como personas hoy mismo o es sólo un bonito ideal al que nos gusta cantar coplas o gritarle como alma que lleva al diablo, y por todo aquello que decimos ser y promover se apuesta por ello hoy, y no mañana, cuando PoTemos o cualquier otro con otras siglas, gane las elecciones. Si amando se hace el amor, y no de otra manera, siendo un verdadero político hoy en la esfera de las propias competencias se hace política, y no de otra manera. Si creemos de verdad en la paz, iniciemos diálogos de paz con aquellos con quienes no está instaurada, si creemos de verdad en la solidaridad, ayudemos a quien lo necesita aunque no pertenezca a nuestro grupo especial de amigos o político, si propugnamos reformas educativas, encarnemos al maestro ideal del que tanto hablamos, y si realmente creemos en la igualdad de género, tratemos a nuestros amados y amadas con honra y valentía; si creemos en la bondad social, tengamos la decencia de pedir perdón por nuestros errores, y de reconocerlos...barramos primera la propia casa para poder aspirar a vivir en palacio.

O tal vez, sigamos entonces jugando al mismo y tedioso juego de las vanidades políticas, llenos de orgullo, de ganas de figurar, de crítica insustancial y de escapismo del otro, al que en realidad no queremos ayudar sino es que nos da lo que de antemano ocultamente estamos en realidad buscando. Y de ser así, atrevámonos a ir de cara y pedir las cosas directamente y llamarlas por su nombre, y descubriremos entonces, para nuestra sorpresa, que somos mucho más conservadores de lo que nos atreveríamos a confesar ante nosotros mismos.....
-¿Qué es la política?- me preguntas.
¿Y tú me lo preguntas? La política, querido mío, querida mía (ahora sí voy por lo inclusivo), la política eres TÚ.

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