sábado, 30 de agosto de 2014

Religiones y maltratos, o cómo administrar la mala conciencia ajena que se volvió propia

Hace ya bastante tiempo, a un grupito de próceres descerebrados se les ocurrió una estratagema de control de la población a la que llamaron "la voluntad de Dios". Se ve que decir directamente que el abuso les salía de la santa huevera no resultaba tan efectivo. Así que, aprovechando el nivel de ignorancia y, sobre todo, de vulnerabilidad del ser humano, en un acto de deshonra imperdonable, decidieron forjar su imperio psicópata con la espada del miedo en una mano, y la amenaza de muerte en la otra.
Para ello, hubieron de ponerle voz a su mala baba y a su incapacidad de empatía, así como a su ausencia total de ganas de asumir responsabilidades, e inventaron, o cuando menos nos hablaron, de un ser invisible, para empezar. La cosa ya no pintó bien desde el principio, dado que si te las tienes que haber con alguien que no puedes ni siquiera ver, como primera premisa, ni mucho menos oír, por no hablar de tocar u oler, que es como nos guiamos por la vida y como se manifiesta nuestra inteligencia, ya me dirás tú en qué puede llegar a convertirse la existencia si se deja en manos de ese "Gran Hombre Invisible". Porque es un hombre, y eso sí que lo dejaron claro desde el principio. Ya se les tendría que haber visto el plumero en ese mismo momento, pues basaron los principios de la vida en una irracionalidad contradicente de la propia vida supuestamente creada. O sea, que siendo que la vida humana tiene hombre y mujer, y que existe por eso mismo, resultaba que su creador era sólo hombre. Esta estupidez obvia donde las haya, que alguien trataría de refutar, supongo, quedó zanjada con una frase igual de invitadora a la propia degradación de la inteligencia humana: "Sus designios son inexcrutables y obra en misteriosas maneras". Que es lo mismo que decir: "No se te ocurra pensar por ti mismo ni cuestionar la estulticia, y asume que no puedes entender quién eres ni lo que te rodea". El hecho de que te amenazaran con matarte, o a tus hijos, no creo que ayudara mucho a proseguir con el debate, me imagino. Si ser un criminal y un abusador es obrar misteriosamente, aquí el único misterio que queda por resolver es cómo nos seguimos tragando argumentos como éste, tan despectivos de todo lo que es digno y hermoso sobre la faz de la Tierra. Que nos pusieran como ejemplo de piedad el que Isaac estuviera dispuesto a matar a su propio hijo, es poco más que invitarnos a ser unos homicidas, y encima, premiarnos por ello. Aquí sí que torcimos el rumbo, y ahí, pues, es por donde debemos empezar a repararlo. Pues el que pide algo como eso, directa o indirectamente, es un criminal, y debería ser demandado en juicio, y, si se demuestra en él su insania mental, ser encerrado en una institución psiquiátrica. Lo cual es lógico y tiene sentido común, como no lo tiene tolerar a estos individuos, y mucho menos, darles capacidad de decisión sobre nosotros y nuestros hijos.
Como obviamente las bases de la religión eran ya un descalabro, nos vimos obligados a la locura, a la esquizofrenia. Empezamos a dirigir nuestros deseos (esos tan condenados y de los que jamás escaparemos, dado que forman parte de la vida), a una voluta de humo, a un fantasma, a una pared vacía, a un cielo donde lo único que había era estrellas parpadeantes y mudas. Delegamos el propio poder de crear y de gozar la vida en una mentira, en una irracionalidad que, a fuerza de amenaza y de estupro, no tuvimos otro remedio que fomentar.O eso creímos entonces.Y así, nos fuimos convirtiendo en locos a fuerza de escuchar a otros locos. Prueba de ello es que, varios miles de años después, ninguno niño humano que nace lleva incorporada la idea de Dios ni la necesita, y no queda más remedio que ir introduciéndosela en pequeñas dosis, más o menos violentas, para ir acostumbrándole a ser un esclavo sin voz ni voto, que es lo que la religión siempre ha perseguido. Es decir, que hay un grupo de malvados sin escrúpulos que fingen una pantomima vacía de contenido, de cuerpo y de sentido, tras la cual se enmascaran para cometer sus pillajes a diario.Consiguiendo con ello que, en vez de dirigirnos directamente contra ellos, que tienen cara y cuerpo y nombre, nos volvamos hacia la soledad del confesionario o de la iglesia vacía para paliar nuestro dolor de saber que somos impotentes, rodeados de imágenes muertas que simbolizan nuestra propia crucifixión como seres dignos. Y ellos, tan contentos. Pues toda la acumulación de falsedad y de atentados contra el ser humano que llevan a sus espaldas, nos la administran racionadamente sobre los hombros cada día mediante un mecanismo de reparto de deuda criminal denominado "culpa y pecado". Cuando ya no podemos más, descargamos nuestro dolor y rabia acumulados en el vecino o la novia, o en un grupo de gente a quien no conocemos pero que odiamos, porque necesitamos dirigir nuestro odio hacia algo con cuerpo, que es lo natural e inteligente, pero como Dios es invisible, y tras su traje de Superhéroe están camuflados sus secuaces, con nuestra connivencia robótica que hace como que no los ve, pues los teme como costumbre secular, no queda más remedio que cargarse al que en principio iba a ser compañero de planeta y potencial amigo o, al menos, uno más de la familia humana. Eso, o deprimirse, suicidarse o enfermarse. Según la violencia la saquemos más hacia fuera o hacia dentro. Ellos se ponen más contentos aún si cabe con esta desviación de nuestra ira (que encima condenan, claro), y nos organizarán una guerra, una cruzada, una pandemia o un megapartido de fútbol, o incluso una corrida de toros, para que vomitemos la mierda acumulada contra nosotros mismos. Y así, nosotros, sin comerlo ni beberlo, sin haber hecho nada para merecerlo, más que tratar de llevar una vida lo más bonita posible, hemos de sufrir las consecuencias de sus crímenes económicos, humanos y mentales, aguantando cada día sus locuras, como quien tiene un familiar psicópata en la familia, que dice ser Dios, y a todos amarga y fastidia, mientras el resto le sigue la corriente, en vez de encerrarlo en un manicomio, que es donde debería de estar.
Pronto aprendimos este mecanismo de la patata caliente, es decir, de pasarle el muerto de nuestras propias barbaries a quien tengamos más a mano, y si son mujeres y niños, que son los más vulnerables en la mayoría de las casos, pues mejor, antes nos libraremos de ese peso en la conciencia y ejerceremos nuestro sadismo contra aquellos a los que decimos amar y respetar.
Por supuesto, la esquizofrenia venía ya con marca registrada. Pues Dios y el Diablo son el mismo tipo con dos disfraces aparentemente antagónicos, que se viste según le convenga más el uno o el otro para conseguir sus propósitos. Si no te convenzo con mis pobres argumentos de sujeto dominante y déspota donde los haya, y no estás dispuesto a creer en razones invisibles que no se sostienen ni resisten el más mínimo análisis lógico, no te preocupes, que me vas a ver la cara de verdad, y te voy a amenazar con la tortura y la muerte, eterna, además. Qué tipo tan agradable, tú. En los manuales les llaman borderlines o algo así.
Este pobre mecanismo de encubrimiento de la maldad más elemental y de la hipocresía, en que unos muchos soportan las consecuencias de otros pocos, pero muy locos, tiene necesariamente que incardinarse sobre la asunción de alguna clase de microchip mental o programación traumática, que es la única manera en que nos pueden hacer aceptar esta basura. Porque su único mérito, si es que se le puede llamar tal, es habernos amenazado con la pérdida de la vida con el fin de que nos hagamos los imbéciles y asumamos una responsabilidad que sólo les corresponde a ellos, que son los que realizan los actos contra la humanidad. Este mecanismo, a base de implantarse en el tiempo y en las personas, se ha propagado como un virus letal. Y muchas veces, debido a la inercia de su práctica, acabamos inconscientemente ejecutándolo, dado que a veces no parece que vayamos a poder encajar en la sociedad de otra manera. Y dado que somos gregarios, haremos cualquier cosa por ser comunidad, aunque sea ésta de tarados.
La religión y su mecanismo de impunidad ilegítima, está herida de muerte. Ya era hora. No asumamos sus errores, no les sigamos más el juego. Seamos hombres y mujeres verdaderos. Usemos la inteligencia, la integridad, recuperémosla del lodo de los tiempos y traigamos de vuelta la memoria de quienes somos. Pues somos responsables de nuestras vidas, y somos los artífices de la misma. Podemos pedir responsabilidades a quien se equivoca, y sólo entonces podremos hacer aquello que nos apasiona y nace de nuestra voluntad e inteligencia, que son los rasgos que nos hacen ser lo que somos. No permitamos más que nos roben la vida, la realidad, que nos instalen huecos fantasmagóricos en nuestras casas, que nos pongan muros invisibles, que nos esclavicen, en definitiva. Pues no hay ningún Dios con futuras e inciertas recompensas (que nunca llegan por eso mismo, porque son caprichosas y arbitrarias, amén de inexistentes), ni que vaya a ser capaz de nada, y mucho menos de decidir sobre nuestra vida y, lo más humillante de todo, hasta de nuestra muerte.
Yo creo que este déspota interior proyectado en esta especie de Doctor Jekill y Mister Hide que el constructo falaz de lo metafísico es, más que un Dios de la Vida, es el Dios de la Muerte, y, además de la peor de ellas: la Muerte en Vida.
Y si alguien tiene aún dudas de hasta qué punto toda la religión no es más que un cruento plan de dominio, que trate de observar las "casuales" coincidencias que hay entre ese Dios Todopoderoso que todo lo ve, que sabe todo lo que haces y a todas horas, que te vigila y juzga constantemente, y este sistema brutal que trata de vigilarnos con cámaras todo el tiempo, fiscaliza todos nuestros movimientos bancarios y contables, y nos crea un terror continuado con crisis económicas planificadas y amenazas de guerras constantes, o de robos, o de violaciones. Se parecen demasiado. Tras la falacia de lo intangible, se perpetran cada día los actos más canallescos y contrarios a la vida humana, que pagamos y asumimos en silencio mientras se ríen de cómo les suplicamos a las inertes paredes de casa, una casa que probablemente, además, esté por ellos hipotecada. Mientrastanto, un niño muere de hambre o es violado tras los "píos" muros de un convento. Y encima tienen la desfachatez de decirnos que Jesús amaba los niños. Qué mentes tan retorcidas las que así entienden el amor.
¿ A qué esperamos para acabar con ellos? ¿A qué esperamos para darnos cuenta de que son éstos nuestros enemigos verdaderos y no otros? ¿A cuántos más de nosotros habrán de violar y torturar mientras revientan sus carnales estómagos de vino caro y de arcas repletas de oro? ¿Cuándo dejaremos de lado la mentira que nos han implantado y que es la única que les permite abusar de nosotros? En tus manos está, y no en las de nadie más. Créeme: no está en sus manos, pues Dios no es más que ellos mismos impostando los principios verdaderos de la vida que nos corresponde por derecho propio. Y encima son unos megalómanos, pues se creen tocados por una gracia especial, un toque "divino", como todos los locos siempre se lo han creído para perpetrar las acciones más vergonzosas contra sus supuestos congéneres e iguales. Ellos no creen en la igualdad, de ahí que pusieran su propia soberbia allá arriba en los cielos, muy por encima de todos nosotros, a los que en el fondo desprecian profundamente.
Los nuevos remixes espirituales de hoy se llaman "Nueva Era", pero no deja de ser el mismo mecanismo de fondo, el mismo. Como la supuesta "ley del Espejo", esa que ahora todo neófito se tiene que saber como el padrenuestro, y que no es más que un ignorante retorcimiento de la función de las células espejo de nuestro cuerpo, y con los mismos fines: justificar al jilipoyas de turno que te dice que, si te maltrata, es porque te está reflejando tu propia oscuridad. Sólo por poner un ejemplo.
Y no caigamos en la dicotomía ateo-creyente, por favor. No empecemos ahora a pelearnos por eso, pues en su base está la misma bazofia que tratamos de justificar. Hemos de estar por encima de esas proclamas que han pretendido escindirnos en base a quienes se creen el cuento, y los que no. Miremos más allá de la etiquetas, y veamos si frente a nosotros hay un auténtico ser humano que razona, respeta y se hace responsable y coherente, se autodenomine a sí mismo ateo o panteísta o creyente. Arranquemos esta raíz podrida, y empecemos por el principio.
En serio, somos demasiado preciosos e increíbles como para tolerar esto ni un segundo más. No dejemos que estas locuras y sus asesinos de cuello blanco dirijan más nuestras vidas. Seamos inteligentes, y vivamos bien, como somos de verdad y sabemos. Recuperemos el paraíso, éste que cada día pisamos con nuestros pies, y que, a fuerza de traumas, vemos sin mirar y soñamos sin vivir. Rompamos esta estúpida burbuja de mentiras que nos impide sentir la diaria fragancia y belleza de la vida, una vida que es nuestra, y de nadie más, por derecho evolutivo, por imperativo radical. Y sin impostores insoportables de por medio. Sin ladrones. Sin espías. Sin locos asesinos. Sólo nosotros, y la vida. Como siempre ha sido, fue, y será.

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